Lo efímero, Julián Marchena
Amo mucho las rosas porque viven
escasamente un día:
si fueran inmortales
ya no las amaría.
Todo lo que se pierde, lo ido, lo que pasa,
me deja una tristeza mejor que la alegría.
¡Oh encanto sin palabras
de la melancolía!
Amada, yo he de amarte siempre siempre...
¡Tú sólo por instantes fuiste mía!
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